Según las encuestas, el candidato anticorrupción Bernardo Arévalo arrasará frente a la ex primera dama Sandra Torres. Pero pocos dudan que se desatará una cruzada legal para impedir que gobierne.
Hace menos de dos meses, antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, muchos guatemaltecos parecían sentirse abocados a ese mal tan habitual en las últimas décadas de votar por el menor de los males. Las encuestas no vieron venir entre más de una veintena de candidatos a Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, un partido progresista y crítico con el sistemasurgido al calor de las protestas sociales de 2015, que ha conseguido capitalizar el hartazgo ciudadano en un país corroído por la corrupción.
Este domingo, si no vuelven a fallar esos sondeos, este sociólogo progresista de 64 años arrasará frente a la ex primera dama Sandra Torres, que en su tercer intento de alcanzar la Presidencia ha dado un giro de 180 grados en sus posiciones pasando de defender la socialdemocracia a valores mucho más conservadores, por los que agita los fantasmas del socialismo y advierte de la invasión de “valores extranjeros” si gana su rival.
“Yo describiría a este escenario que nadie pudo anticipar como ese final de una película donde el underdog o el menos esperado logra pasar a la contienda final y hay altas probabilidades de que gane”, dice la politóloga Marielos Chang sobre la ventaja de casi 30 puntos que las encuestas le dan a Arévalo sobre Torres. El hijo del ex presidente Juan José Arévalo (1945-1951) ha puesto la lucha anticorrupción como el centro de su campaña, la base sobre la que, de llegar a ser presidente, quiere empezar a trabajar para generar bienestar en el país más poblado de Centroamérica, donde el 60% de sus más de 17 millones de habitantes vive bajo la línea de la pobreza y con grandes carencias sociales.