El serbio se impuso por 7-6(3) y 7-6(2) y, a sus 37 años, se subió a lo más alto del podio en París 2024.

Napoleón I decía que «la victoria es de los más tenaces», una frase que pasó a la historia y que el aviador Roland Garros colocó en las hélices de sus aviones. Y en una de las tribunas de la imponente Philippe Chatrier aparece el aforismo que leyó Novak Djokovic (2º) antes del inicio de la final olímpica que le ganó a Carlos Alcaraz (3º) por 7-6 (3) y 7-6 (2) en 2h51m en lo que fue, sin dudas, el partido del año en el mundo del tenis.

Era el encuentro más esperado. Si bien en los Juegos Olímpicos los deportes más atractivos y convocantes suelen ser el atletismo, la natación y la gimnasia, uno de los eventos que pasará al recuerdo eterno de París 2024 será la definición del certamen de las raquetas. Y es que Nole consiguió la última figurita que le faltaba en el álbum. Esa que se le venía negando en los paquetitos que iba abriendo cada cuatro años. No había podido sacar el cromo dorado en Pekín 2008, en Londres 2012, en Río 2016 y en Tokio 2020 (se disputó en 2021 por la pandemia del Covid-19). Sin embargo, en su quinto intento, uno que podía representar su Last Dance en el olimpismo (aunque alguna vez dijo que pretende estar en Los Ángeles 2028), alcanzó la gloria.

Pese a que Djokovic iba a permanecer por siempre en las páginas más destacadas del tenis más allá del resultado de esta final, sabía que le faltaba el metal más preciado. En su palmarés hay 98 títulos, 24 Grand Slams, 40 Masters 1000, más de 428 semanas como Nº 1 del ranking, una Copa Davis y varios logros personales. No obstante, él quería la presea dorada. La necesitaba para cerrar un círculo e igualar de esa manera a Steffi Graf, Andre Agassi, Rafael Nadal y Serena Williams como los únicos en haber podido ganar el oro y los cuatro majors en singles.

Y la historia fue de película para lograrlo. Como era esperarse, el camino se mostró largo y sinuoso. Ninguno pudo aplicar la velocidad crucero, sino que ambos tuvieron que permanecer conectados porque eran conscientes de que ante el primer pestañeo soltaban la ventaja. Los dos se aferraban a sus juegos de servicio, aunque debían trabajar demasiado. De hecho, Nole salvó ocho chances de quiebre en el primer parcial y el español levantó cinco oportunidades en las que tambaleó al borde del abismo. Finalmente, tras más de una hora y media, el serbio mostró una marcha más, pasó el motor a sexta y se llevó el tiebreak por 7-3.

Alcaraz no se dejó caer: confiaba en un encuentro muy físico y sabía que en algún momento su rival podía entrar en la reserva del tanque (hace un mes y medio, Nole había pasado por el quirófano para operarse los meniscos). Con una buena velocidad de pelota a partir de su derecha invertida pero especialmente con el recurso del dropshot, complicó al balcánico. Del otro lado, Djokovic intentó tomar la iniciativa con su revés. Uno pegaba y el otro respondía. Uno tomaba el centro del ring y el otro contraatacaba con la defensa. Pero afirmado desde el fondo, Djokovic no se resignó frente a la frescura del murciano de 21 años y continuó prendido hasta que se le presentara la chance. Y en el tiebreak del segundo parcial, donde sacó una pequeña luz en el inicio gracias a su derecha cruzada, se aferró a esa diferencia, bancó la voracidad contraria, no falló más y se impuso por 7-2.

Djokovic hace historia

El oriundo de Belgrano de 37 años y 76 días se subió al escalón más alto del podio y se convertió en el campeón olímpico de singles de mayor edad en toda la Era Abierta. Un logro que sirve para reafirmar que se trata del mejor tenista de todos los tiempos.

Información de Ole.com

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