Dicen que por la Villa de Santiago de Cubagua llegó la Virgen Bonita en 1526. La población cambiaría de estatus y de nombre en 1528 para ser ciudad y llamarse Nueva Cádiz, destruida por un maremoto en 1541, así llegaría a Margarita con fama de guapa por haber sobrevivido la tempestad, pero pronto empezarían a decirle Virgen de los Guaiqueríes pues ellos se hicieron cargo de cuidarla.

Se salvó también de piratas franceses en 1555 y de las tropelías del Tirano Aguirre en 1561, sanguinario personaje que encontraría la muerte ese mismo año en Barquisimeto. Dicen también y hasta el Hermano Nectario María lo registra y repite Heraclio Narváez Alfonzo que anduvo en la Batalla de Matasiete, donde los bravos neoespartanos con Francisco Esteban Gómez a la cabeza, le dieron un parao al feroz “pacificador” Pablo Morillo y Morillo, Conde de Cartagena.

El 8 de septiembre es la fiesta de la Virgen del Valle, patrona del Oriente venezolano, de los marinos y pescadores y de la Armada de la República. Su hermosa y venerada imagen se conserva expuesta a la devoción de los fieles y al ojo curioso de los turistas en la basílica menor del Valle del Espíritu Santo. Allí la he visitado cuando paso por esa isla querida, hogar de tantos amigos y tan buenos recuerdos.

Que el primero de este mes, ochenta y tres niños seleccionados de las doce escuelas de canto de la región insular, venidos de La Asunción, Porlamar, Pampatar, Punta de Piedras, Pedregales, Altagracia, Manzanillo y El Tirano, hayan entonado melodías en homenaje a la Patrona en el mes de sus celebraciones, es lo más natural del mundo. La música, la literatura, la pintura, la escultura y la artesanía, artes margariteñas de nación, han tenido en ella tradicional motivo de predilección.

En julio de 1979, con motivo de las bodas de oro sacerdotales del margariteño Críspulo Benitez Fonturvel, obispo de Barquisimeto desde 1949 hasta su retiro como arzobispo en 1982, el Presidente Herrera Campíns invitó a sus amigos Jóvito Villalba y Luis Beltrán Prieto Figueroa a la celebración en la isla, donde ellos y monseñor habían nacido. En 1902 el educador, 1905 el prelado y en 1908 el tribuno, se apreciaban mutuamente por encima de las diferencias. Septuagenarios los tres como hoy quien escribe, con picos de variada extensión. El mandatario, amigo de la chanza como es sabido, dijo que aquel encuentro poblado de años e historia era un milagro de la Virgen del Valle. UN

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