Es complicado saber si Vladimir Putin está acorralado. El hermetismo del Kremlin hace que no haya fugas en ese sentido, pero desde luego los últimos días han supuesto un aumento de la presión por parte de Rusia en el marco de la invasión de Ucrania. Ese giro no ha sido solo militar, con la movilización parcial de efectivos, sino también con otras dos vías. La primera, la convocatoria de referéndums en el este para anexionarse zonas de Ucrania y, según muchos expertos, encontrar un pretexto para acelerar su ofensiva. Si Kiev atacase esas zonas Moscú lo consideraría un golpe sobre territorio ruso. Por otro lado, también siguen las detenciones masivas en las protestas contra las últimas decisiones del presidente ruso.

Putin quiere controlar la situación y no cabe para Rusia una oposición a las decisiones de su líder. Después de que el pasado miércoles fueran arrestadas miles de personas en la primera jornada de manifestaciones, este sábado se ha repetido la historia. Había marchas convocadas por todo el país y la cifra de detenidos, según el último dato, superó las 740. Las protestas no solo abarcaron ciudades medianas, sino también las grandes urbes de San Petersburgo y la capital, Moscú, donde se dieron la mayor parte de las detenciones.

Por otra parte, las votaciones en los referendos de anexión en las regiones ucranianas parcialmente ocupadas de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia han continuado por segundo día, aunque no han estado exentas de polémica. En este sentido, las autoridades de Jersón han denunciado que los militares rusos presentes en la zona obligan a la población a votar varias veces en el referéndum. Según han señalado las autoridades regionales, las tropas rusas comprueban que todos los miembros de las unidades familiares hayan votado, y si no es así, se obliga a uno de ellos a depositar votos en las urnas por cada uno de sus familiares.

La reacción de Kiev no se hizo esperar. «Tengo una simple solicitud para toda nuestra gente en el territorio temporalmente ocupado: hagan lo principal, salven sus vidas y ayúdennos a debilitar y destruir a los ocupantes», expresó el presidente, Volodimir Zelenski, que llamó a su gente a sabotear las maniobras del Ejército ruso en la zona.

Pero las maniobras de Putin no se dan solo a gran escala, sino también en instancias menores. Así, el Kremlin anunció este sábado una nueva legislación que permite a los extranjeros que prestan servicio al Ejército de Rusia la posibilidad de solicitar la ciudadanía rusa por la vía rápida. De este modo, se ha enmendado la Ley Sobre la Ciudadanía de la Federación Rusa para que aquellos militares de fuera de Rusia que han firmado un contrato de al menos un año con las Fuerzas Armadas puedan solicitar la ciudadanía sin un permiso de residencia previo.

La mano tendida y el puño apretado al mismo tiempo. ¿Por qué? Porque otra de las nuevas medidas ha sido una serie de reformas en el Código Penal en virtud de las que, a partir de ahora, los periodos de movilización y la ley marcial se consideran como agravantes en caso de haber cometido delitos. Rusia castigará con penas de hasta 15 años de prisión a aquellos militares que se nieguen a participar en las hostilidades. Asimismo, quienes se entreguen al bando enemigo de forma voluntaria podrían enfrentar penas de hasta diez años de cárcel.

La Unión Europea debería albergar a aquellos que corren peligro por sus opiniones políticas

El «no a la guerra» entre los rusos está escuchándose más alto que nunca a lo largo de los siete meses de conflicto y el anuncio de Putin ha provocado una fuga masiva hacia los países fronterizos. De hecho, Moscú ya reconoce colapsos por ejemplo para entrar desde Rusia hacia Georgia. Esto pone además en una situación complicada a la Unión Europea, que acaba de aprobar hace unas semanas un nuevo marco para dificultar la concesión de visados a los ciudadanos rusos. 

Los Bálticos no están por la labor de volver a suavizar las condiciones, pero el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aboga por acoger a los desertores rusos. «La Unión Europea debería albergar a aquellos que corren peligro por sus opiniones políticas. Si en Rusia la gente está en peligro por sus opiniones políticas, por no seguir esta loca decisión del Kremlin de lanzar esta guerra en Ucrania, debemos tener esto en cuenta», pidió.

En Bruselas, asimismo, apuntan que hay que tener las alarmas encendidas. El Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell, ha instado a la comunidad internacional a «tomar en serio» las amenazas sobre el uso de armas nucleares. «No estoy fanfarroneando», aseguró Putin en su discurso de la semana pasada. Y Borrell recoge el guante. «Cuando la gente dice que no es un farol hay que tomarla en serio», comentó el dirigente español en una entrevista a la BBC.

En este contexto, Borrell considera que el líder ruso se ha enfrentado en las últimas semanas a varias derrotas en el campo de batalla, si bien ha reconocido que la reacción de Putin a estos reveses «ha sido muy mala», pues no ha hecho más que escalar en las tensiones. Así que, aunque coincide en el análisis de expertos sobre que Rusia está ahora a la defensiva, considera que es urgente alcanzar una «solución diplomática que preserve la soberanía y la integridad territorial de Ucrania», en vistas a no obtener una paz a corto plazo, sino duradera.

Quien sigue en una posición más indefinida es China. El Gobierno del gigante asiático, de hecho, omitió este sábado cualquier crítica a Rusia en el discurso de su ministro de Exteriores, Wang Yi, ante la Asamblea General de la ONU, manteniéndose en la equidistancia de la que ha hecho gala desde el inicio de la invasión de Ucrania. Lo que sí hizo fue mantener las referencias a un futuro diálogo. «Apoyamos todos los esfuerzos para una resolución pacífica de la crisis en Ucrania. Nuestra prioridades facilitar las conversaciones de paz, y la solución pasa por abordar las preocupaciones legítimas de todas las partes», sentenció el ministro. 20Minutos

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