El Tour de Francia de 2023 comenzará el 1 de julio en Bilbao en el que será el inicio más escarpado de su historia y seguirá aferrado a la montaña durante las tres semanas, en las que se ascenderán los cinco macizos del país, con cuatro finales en alto y algunas etapas que prometen pelea en ascenso.
Con solo 22 kilómetros de contrarreloj, disputada también entre los coles alpinos y con terreno accidentado, la 110 edición de la ronda gala obligará a apostar por desarrollos ligeros, porque no se podrá ganar sin ser un gran escalador, según el recorrido de 3.404 kilómetros presentado este jueves en París.
«Hemos querido demostrar una vez más que la montaña no son solo Alpes y Pirineos», aseguró el director de la prueba, Christian Prudhomme, que ha buscado las mayores dificultades posibles en el Macizo Central, el Jura y los Vosgos.
Estos últimos serán el juez definitivo de la edición, con un ascenso final al Balón de Alsacia y meta en Markstein que, aunque no se considera en alto, sí pondrá a prueba la capacidad de escalar de los favoritos para la general.
Siguiendo la tendencia de los últimos años, el Tour vuelve a apostar por etapas más cortas, con la montaña concentrada en pocos kilómetros y con cotas en todas las jornadas, para evitar las tediosas largas cabalgadas sin batalla.
Así comenzará la edición en el País Vasco, la segunda en España después de que en 1992 echara a andar en San Sebastián, con dos etapas de media montaña que, según Prudhomme, supone «el inicio más duro que se recuerda».
«Son 3.300 metros de desnivel, algo enorme, pero queríamos trasmitir lo que es el País Vasco. Su belleza, que está en las costas, pero también en sus montañas, y también la pasión que se siente allí por el ciclismo, que es incuestionable», dijo Prudhomme.
Cinco puertos en la primera jornada, con ascenso final a Pike y sus 2 kilómetros al 10 %, y otros tantos en la segunda, que se juzgarán en el Jaizkibel, 8 kilómetros al 5,4 % de pendiente.
El pelotón ingresará en Francia por Irún para acabar la tercera etapa en Bayona y tras dos jornadas de transición afrontará los Pirineos, con dos etapas que incluyen ascensos a Marie Blanque en la primera de ellas y al Tourmalet en la segunda, que acabará en las rampas de Cauterets, 16 kilómetros al 5,4 % de desnivel.
El llano regresa de nuevo camino al macizo central, donde tras un homenaje a Luis Ocaña en su paso por Mont-de-Marsans, la ciudad francesa donde residió, se yergue el Puy de Dôme y sus 13,3 kilómetros al 7,7 %, con una pendiente concentrada en el tramo final, que serán el final de la novena etapa, que habrá comenzado en Saint-Léonard-de-Noblat, donde vivió Raymond Poulidor.