«Ellos me decían, tienes que llamar a los proveedores, tienes que decirle que a nadie le van a pagar, tienes que decirle que los van a sancionar, tienes que darnos las rutas, los nombres de las empresas, todo, porque hay que hacer colapsar, esa era la palabra favorita de ellos, hay que hacer colapsar al Gobierno».
Las palabras corresponden al diplomático Álex Saab, quien aseguró que durante su secuestro, el gobierno de los Estados Unidos buscaba hacer colapsar distintos sectores de Venezuela con la imposición de medidas coercitivas unilaterales y el bloqueo a la economía del país.
«Yo recuerdo que les decía, pero si estamos en pleno Covid, y ustedes quieren cortar todo, pueden haber miles de muertos. Me decían que no importaba, que el fin era lograr un cambio de gobierno», recuerda Saab.
Al respecto, señaló que su convicción política le permitió mantener su moral y compromiso por la Revolución Bolivariana.
«Llegó un punto donde pretendían que yo mintiera y lo que me decían muy claramente era, ya no hay tiempo, nosotros vamos a invadir. Nosotros necesitamos que tú des unas declaraciones y Juan Guaidó va a pedir intervención militar», apuntó el Diplomático.
De igual manera, apuntó que buscaban detener el abastecimiento de medicina, gasolina y alimentos durante la pandemia por el Covid-19 en el año 2020.
En este sentido, el presidente de la República, Nicolás Maduro, reconoció la resistencia de Saab, al tiempo que aseguró que su acciones diplomáticas permitieron «salvar vidas y estabilizar a Venezuela».
«Nuestro pueblo aplaudiendo y agradeciendo todas esas acciones. Y muchas veces inclusive sin saber de dónde venían, porque eso es una cosa anónima. Tú estabas allá resistiendo con tu conciencia, con tu espiritualidad, y nuestro pueblo aquí estaba también resistiendo», expresó el Mandatario durante la tercera edición de «Maduro Podcast».
El diplomático venezolano Álex Saab, estuvo injustamente secuestrado más de 1.280 días en un centro de reclusión estadounidense, mientras se encontraba realizando gestiones para la adquisición de alimentos, medicamentos y equipos médicos como enviado especial del Gobierno Bolivariano.
No había razones válidas para su encarcelamiento, pero parecía idóneo para echar andar el lawfare contra Venezuela.
Sin una sola prueba en su contra, Álex Saab experimentó en carne propia la crueldad por la que se conoce a la élite que gobierna desde Washington: amenazas, torturas físicas y psicológicas, encierro en cárceles inmundas.
Saab detalló que estaba incomunicado, «en las peores condiciones con un balde para hacer las necesidades, y me abrían una vez al día para que yo botara el balde cuando no hubiese nadie y si quería tomar agua tenía que hacerlo en el mismo balde».
En la oscuridad parecía colarse un rayo de esperanza. El 14 de diciembre, Álex Saab habla con sus abogados para que «averigüen si hay una novedad porque sabíamos que estaban las negociaciones en curso».
No obstante, la respuesta de los fiscales sería: «No hay nada», aunque insistían en que se declarara culpable porque «seguro se podría hacer un canje».
«Ellos creían que si yo me hacía culpable, se haría un canje. No nos lo aseguraron, pero decían: ‘Mira, nosotros creemos que si él se hace culpable, se puede hacer un canje o terminaría siendo canjeado’. Yo siempre me negué a -declararme- culpable de absolutamente nada, porque no he cometido ningún crimen y ellos lo sabían, lo sabían y bastante claro que me quedó», relata el diplomático en el tercer episodio de Maduro Podcast, moderado por el presidente de la República, Nicolás Maduro, y la primera combatiente y diputada de la Asamblea Nacional (AN), Cilia Flores.
El 15 de diciembre seguían sin darle noticias. Sin embargo, ese mismo día el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firma el indulto que le daría su libertad.
«Ellos no nos habían dicho nada», añade. Pasaron tres días. El lunes 18 de diciembre, su celda habitual cambia por una con paredes de vidrio, estrecha, de aproximadamente 3×3 y con una temperatura menor a los 10 grados.
Saab recuerda que, en el centro de la estructura, había una camilla. Ahí se acostaba, temblando por el frío y expuesto a unas enormes lámparas encendidas con dirección a su rostro. No sabía lo que sucedía, aparentemente ninguno de los presentes lo sabía.
«Ahí estuve dos días, hay que decirlo, sin comida, sin agua, sin saber qué pasaba y sin apagar la luz, congelándome», puntualiza.
El 20 de diciembre abandona la celda de vidrio y lo encaminan a la Corte, donde después de pasar dos horas en dos calabozos diferentes, finalmente «terminé dentro de un carro, dándole gracias a Dios de que ya íbamos al aeropuerto».
Aborda el avión. Saab estaba «esposado de pies y de manos», se da cuenta que lo acompañan el Enviado presidencial especial para Asuntos de Rehenes de Estados Unidos, Roger Carstens, y otros funcionarios de la Casa Blanca, cuyos nombres prefiere no mencionar ahora mismo. Finalmente, despegan.
«El señor Carstens hace que me quiten las esposas de las manos y de los pies. Y, tengo que decirlo, ya con él y su equipo, el trato fue excelente», agrega.
Es ahí cuando conoce cuál será su destino. «Me explican cómo sería el procedimiento del canje, primero iban a verificar los que estaban en el avión de Venezuela, después iban a verificar que yo estuviera acá», explica Saab.
Llegan a San Vicente y las Granadinas. Se da el canje y, a lo lejos, observa a un viejo conocido: Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y jefe de la Delegación del Gobierno Nacional en la Mesa de Diálogo. La emoción se apoderó de él, tanto que su primer gesto al tenerlo frente a frente sería un abrazo.
«De verdad que volví a la vida cuando lo vi. Me dijo: Tú no te preocupes, de aquí no nos vamos sin ti», recalca.
Ese día se reencontró con su familia. Álex Saab regresó a Venezuela.
Con información de Prensa Presidencial